La creación de la red de Vigilancia en Salud Pública, establecida por el RD 568/2024, busca ofrecer una respuesta integral a las amenazas emergentes, conectando la salud de la población con factores biológicos, conductuales y estructurales. Sin embargo, tras este despliegue, surge una inquietante pregunta: ¿quién coordinará este vasto sistema de vigilancia? El decreto menciona un misterioso “órgano de coordinación” en el Ministerio de Sanidad.

La clave para la efectividad de esta red podría residir en una entidad poderosa y federada: la Agencia Estatal de Salud Pública. Este organismo, mencionado en discusiones políticas, pero sin una concreción clara, parece ser la pieza faltante para asegurar una gestión eficaz y una rendición de cuentas adecuada. Sin su presencia, el esfuerzo de coordinar los cinco Sistemas de Vigilancia específicos y sus comités técnicos corre el riesgo de fragmentarse, perdiendo la coherencia necesaria para una respuesta ágil y unificada ante los problemas de salud que la sociedad española presenta y presentará.

La ausencia de la Agencia Estatal de Salud Pública, y su eterno sueño en la Comisión de Sanidad, de cuya agenda ahora sale hasta después de verano, sigue manteniendo un vacío anti-estratégico. Mientras el debate sobre su implementación se pospone una y otra vez en el Congreso, otra de las preguntas derivadas se mantiene: ¿cómo garantizará el sistema su operatividad y eficacia sin una entidad que gobierne la red? La incertidumbre sobre este “órgano de coordinación” alimenta el misterio y subraya la necesidad urgente de una estructura robusta que no solo coordine, sino que también impulse y optimice la vigilancia en salud pública.

Fernando y Daniel G. Abiétar.

Last modified: 8 de julio de 2024
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