Desigualdades en la atención médica hacia las mujeres: un problema estructural
Las diferencias en la atención médica entre hombres y mujeres han sido objeto de creciente interés en la comunidad científica. El trato desigual en la investigación, el diagnóstico y el tratamiento de diversas patologías ha llevado a que los sistemas de salud no atiendan de manera adecuada las necesidades específicas de las mujeres que, por otra parte, son las que más frecuentan las consultas. Según la última encuesta europea de salud (2020), el porcentaje de utilización de los servicios sanitarios es superior en mujeres que en hombres, para todas las modalidades asistenciales (hospitalización: 8,33% vs 7,59%; urgencias hospitalarias: 26,32% vs 21,69%, la consulta con su médico de familia (24,2% vs 17,6%, y con otras especialidades médicas (11,2% vs 7,8%).
Retrasos en el diagnóstico y sesgos en la atención
Las mujeres esperan entre dos y cinco años más que los hombres para obtener un diagnóstico de enfermedad crónica. Esto refleja una realidad en la que muchas mujeres deben enfrentarse a largos periodos de incertidumbre antes de recibir un diagnóstico adecuado.
Una patología femenina como es el síndrome del ovario poliquístico es un ejemplo paradigmático de diagnóstico tardío. Más de un tercio de las mujeres (33,6%) tardan más de dos años en recibir un diagnóstico y casi la mitad (47,1%) consultan a tres o más profesionales antes de obtenerlo. Esta demora evidencia no solo una falta de conocimiento clínico, sino también una información inadecuada sobre la enfermedad en la práctica médica.
El androcentrismo en la investigación médica ha contribuido a esta brecha de género en la salud. Durante décadas, los estudios clínicos han tomado como referencia el cuerpo masculino, extrapolando sus resultados a las mujeres sin considerar las diferencias fisiológicas, hormonales y socioeconómicas que afectan la sintomatología y respuesta a los tratamientos.
Falta de financiación e investigación en enfermedades predominantemente femeninas
Enfermedades como la fibromialgia, el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide y la endometriosis afectan principalmente a mujeres, pero reciben significativamente menos fondos para la investigación que enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer o la demencia. Además, muchas de estas patologías se categorizan erróneamente como “psicógenas” o “síntomas médicamente inexplicables”, lo que puede deberse en parte a la insuficiente financiación en su investigación, minimizando así la experiencia de las pacientes y retrasando los tratamientos efectivos.
A esto hay que añadir que tradicionalmente las mujeres han estado infrarrepresentadas en los ensayos clínicos.
Gaps en la educación médica y consecuencias en la práctica clínica
Las diferencias de sexo y género también están subrepresentadas en la educación médica, lo que se refleja en el predominio de la representación gráfica de los cuerpos masculinos en los libros de texto de anatomía. Esta falta de formación específica sobre las diferencias de género en la salud se traduce en impactos clínicos reales. Por ejemplo, las mujeres esperan más tiempo en los servicios de urgencias para recibir un diagnóstico y analgesia adecuada, o son diagnosticadas erróneamente con más frecuencia que los hombres, exponiéndolas a tratamientos inadecuados y riesgos para su salud.
Impacto de la medicalización en las mujeres
Las mujeres han sido históricamente más medicalizadas que los hombres, especialmente en lo que respecta a trastornos emocionales y psicológicos. La sobreprescripción de psicofármacos en mujeres con síndrome del cuidador y el elevado consumo de hipnóticos es un fenómeno documentado. Esta tendencia a transformar en patologías los malestares comunes sin indagar en su origen real perpetúa las desigualdades y refuerza el rol de la mujer como “paciente crónica” de la medicina.
Además, las mujeres están expuestas a mayores niveles de violencia física, psicológica y sexual desde edades tempranas. La Encuesta Europea de Violencia de Género 2022 resalta cómo esta exposición a la violencia contribuye al desarrollo de problemas de salud mental como el aumento de síntomas depresivos según lo documentado en la Encuesta Europea de Salud de 2020.
Conclusión
La medicina ha avanzado en reconocer las diferencias entre hombres y mujeres en términos de salud, pero aún persisten importantes desigualdades. La falta de investigación específica en enfermedades que afectan mayoritariamente a mujeres, los retrasos diagnósticos, la medicalización excesiva y la falta de formación en educación médica son factores que contribuyen a una atención desigual. Abordar estos problemas requiere una perspectiva de género en la investigación, la educación y la práctica clínica, garantizando que las mujeres reciban un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, evitando así consecuencias perjudiciales para su salud a largo plazo.
Last modified: 7 de marzo de 2025